domingo, 19 de mayo de 2013

Au revoir Ezdward


 Capítulo 31


“A veces me pregunto para qué crearía Dios a los hombres”

Lo susurra Rita Hayworth en Fuego escondido (Robert Parrish,1957) batiendo su hermosa melena ondulada, abriendo sus labios de amapola rota y entornando los ojos como si fueran un par de plumas negras meciéndose al viento, mientras un supuesto amante la mira embelesado. 
  
<<Yo te lo voy a decir Rita>>:

Dios creó a los hombres para que nos defendieran de los sanguinarios piratas que surcan los mares. Para qué cuando un terremoto nos sepultase entre toneladas de escombros,  nos levantarán del agujero como si nuestros cuerpos fueran sacos de algodón, para que cuando un volcán entra en erupción nos guíen por el sendero donde la lava  no puede llegar. Para qué cuando ruge la marabunta y las hormigas soldado se comen hasta las hojas de los geranios; nos cojan de la cintura con ímpetu y mientras nuestra cabeza cae hacía atrás en un grácil y sutil movimiento les miremos a los ojos, y dejemos que nos besen con furia mientras su testosterona echa humo por los poros de su torso desnudo.

“Estoy aquí muñeca...no temas”.

¡Ah! 
¿Qué no? 

¿Qué todo este montaje entre las XX y los XY es una sucia patraña que han urdido los Ángeles Custodios para que la especie humana  no se extinga? En definitiva se trataba de eso, de la persistencia de la especie.
¡Muy bonito, Dios!. ¡Muy bonito!. Toda la vida pensando que nos creaste a tu imagen y semejanza, y hasta dejaste a Adán sin una costilla para que  Eva y él vivieran  como dos tórtolos en el Paraíso; y resulta que fue todo un plan estudiado y requetestudiado para perpetuar la raza humana.
Pues espero que tengas a los Ángeles Custodios encerraditos en una mazmorra y de cara a la pared. Porque como asesores divinos no tienen precio. No hubiera sido mejor dejar a Adán con la costilla en su sitio y darle la facultad de reproducirse como los caracoles, y llegado el caso, si el pobre se seguía aburriendo en el Paraíso, haberle conseguido una tablet (total, tú ya sabías que las iban a inventar más tarde) para que navegara por las ondas del Infierno y  del Purgatorio.
Verás, es que yo pienso que toditos los conflictos que nos pasan a las mujeres con los hombres están motivados por la dichosa costilla.  Llevar el peso del padre Adán sobre los hombros no es nada fácil, y no menos pesado es cargar con el sanbenito de la madre Eva y la manzana del pecado. Sí, Dios, a Eva también tenías que haberle regalado  otra tablet.
Porque desde que Eva pecó  el hombre no deja ni un momento de desear lo que no tiene. ¡Y cómo es posible, Dios mío...! que no pensaras que pasados unos años, cuando a Adán y a Eva se les pasara la pasión de los enamorados, y ese amor tan febril se convirtiera en un amor  romántico, menos volcánico, y desgraciadamente después de pasados otros cuantos años, finalmente, se convirtiera en apego; o lo que es lo mismo en un amor de andar por casa. Sí, me estoy empollando un libro de Hellen Fisher (una antropóloga que habla de las drogas que se generan en nuestro cerebro cuando amamos) sobre los tipos de amor, y tengo la cabeza con las neuronas sinapsiseando como locas. Con todos mis respetos Hellen, yo a la única conclusión que llego leyendo tu libro, es que amamos y somos infieles, porque aunque bramemos lo contrario: Nadie sabe cuidar de si mismo.  
Estaba cantado Eva, cantado. Cantado que pasados unos años, Adán y tú estaríais aburridos   , tan aburridísimos como muchas parejas que hacen la compra en el súper cada sábado por la mañana. Supongo que Adán se dedicó a tejer  cestos de paja en plan hombre bricoleitor, y ti ya no te quedaba ni un rincón del Paraíso que no hubieras barrido y fregado cincuenta veces. Comprendo perfectamente tu soledad paradisíaca, sin libros, sin peluquerías, sin una mujer a tu lado para desahogarte y contarle que tenías ganas de llorar. Porque no nos vamos a engañar Eva, Adán ya no te quería como antes. ¡Y la primera en darse cuenta fuiste tú! Cierto es,  que si Adán te hubiera hecho un poquito mas de caso no habrías dejado que la serpiente te regalara tanto el oído, pero no fue así...
Y como todos los actos tienen consecuencia: por la costilla, la serpiente y la manzana, estamos donde estamos.
Yo, sin embargo, sigo creyendo que lo del Pecado Original fue una mala operación de marketing de los Ángeles Custodios, que no previeron el factor aburrimiento y dejaron a Dios sin una información esencial.

Todas esta elucubraciones sobre las Sagradas Escrituras, sobre Adán, sobre Eva tienen una explicación:
Hoy se cumplen 16 meses de mis cuitas por Ez,   480 días de llantos, 11.520 horas perdidas en la papelera del recuerdo y otros tantos mil minutos y segundos desperdiciados de existencia. Sí, ya me he cansado de ver mi cara de remolacha noche sí y noche también, mientras me cepillo los dientes frente al espejo del baño.

  Regina Bató se ha cansado de morir.

También me he cansado de ser una palurda,  de estar comparando la SABIDURÍA de Ez con mis pobres conocimientos culturales. De pedirle a otro lo que yo misma me tendría que haber dado. Sí Ez, tú no tienes la culpa de que mi padre fuera el insípido. Tú sólo tienes la culpa de prometerme AMOR y romper la promesa, pero gracias a ti, he descubierto que el amor verdadero, es aquel que anda despacio... en la cuerda floja, tropezando, deteniéndose y volviendo a coger ímpetu  para columpiarse en la llegada a la Meta. 
Ese amor era el que me acompañaba cuando la tía Regina me llevaba al cine, cuando jugaba en El Raval con los amigos de Pinki, cuando iba con mi padre de caza y me quedaba embobada viendo como los patos nadaban entre los carrizos del río; ese amor era el que sentí por cada página de Los que vivimos. 
Ese amor era el que tenía dentro de mí aquel día que nos conocimos, por primera vez, entre las cuatro paredes de un ascensor colgado.
¿Recuerdas...?