jueves, 7 de noviembre de 2013

Honey Moon


Honey moon



Capitulo 39


Tuvimos nuestra Honey Moon en la enorme suite del Bellagio... champagne, fresas, y un jacuzzi gigantesco.
Hicimos el amor, hicimos sexo, pero sigo siendo virgen. Mi cabeza me tiene prisionera. Soy una vestal llena de fuego que se consume.

Por Ez, por mí, he fingido un orgasmo. Por mi boda.
Amanece, aunque mi cabeza lleva amanecida desde hace horas, sólo he podido dormitar  algunos minutos, después de algunos segundos de abandono, una descarga de adrenalina me recordaba que Ez  y yo estábamos casados. Que Ez y yo éramos un matrimonio. Qué Ez puede que recuerde que ya no me ama.
Me levanto despacio, camino los metros que separan la habitación del baño, y me  encierro en el con la luz apagada, con el estómago encogido sintiendo como se retuerce en mi mentira, mientras los minúsculos azulejos del baño reflectan un brillo azulado sobre el collar que adorna mi cuello.
¡¡¡Por caridad!!! ¡Es posible librarse de esta tortura!! 

Soy Juana la Loca velando un cadáver desmemoriado.
Ez duerme, los somníferos que le han recetado tienen un efecto potente, tan salvaje como un martillo de acero. Oigo su respiración pausada, bronca, al otro lado de la puerta.
Aprovecho mi desvelo  para   poner un sms a Rascafría, le pregunto por la madre de Ez, por la rubia…
Rascafría tiene ordenes de no contestar al teléfono, de no abrir la puerta de la calle a nadie. La rubia está colgada del mástil de la bandera del Palacio de Telecomunicaciones.

Me pongo a llorar, tapo los sollozos con una de las toallas que  cuelgan  en el soporte del lavabo.
Sigo a oscuras viendo tan solo el parpadeo de las letras en la pantalla de mi móvil.
Páselo bien señorita Regina
Cuide del señorito Edward
Rebién por la casa, rebién la señora, rebién por Madrid
Hace viento, el calor cesó.
Un estrecho abrazo. Rascafría.
Entre gimoteos, a salto de teclas, Le mando un beso y apago el móvil.
No puede ser, me he pasado tres años de mi vida deseando al hombre que  tengo al lado, y ahora me siento aterida de frío, asustada.
Bebo agua a morro del  grifo del lavabo, está caliente y salada. ¿El agua de Las Vegas es potable?, me pregunto.

<<El agua de Las Vegas sabe a tu alma salobre, a lo que has ganado por amar lo que no  debe amarse>>
Corro hasta la cama, me tapo con el edredón forrado de raso que "frisfea" por mi cabeza. Frus, frus…

Duerme Regina… duerme












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