viernes, 30 de marzo de 2012

Rascafría



Capítulo 11


A Madrid se le caen las hojas, y a mí se me han caído los palos del sombrajo. Llevo días que ni el olor de las madalenas recién hechas me levanta la moral, y le doy a la tila Alpina que es un gusto. Resulta que Ez me ha puesto unos cuernos de tomo y lomo. Y mira que mi capa de grasa de morsa ballenera me aísla bastante de los vaivenes de la vida y del amor. 
Los cuernos duelen aunque sean invisibles,  exactamente, duelen porque son invisibles. Porque si el susodicho te dijera: "oye te pongo los cuernos desde este día". Pues ya hubiera tomado yo las medidas oportunas.

La mucama de Ez se llama Rascafría. Sí, después de ocho hijos seguidos, a su madre no le quedaban muchas ganas de elegirle un nombre más bonito. No sé si la tristura que guarda  en su cara es por la carga de llevar ese nombre, o por  los secretos que  Rascafría guarda en su corazón. Uno de sus secretos es que le faltan tres dientes; que ella disimula con pegotes de cera blanca que pule y cuadricula como el mismísimo Miguel Ángel. Lo descubrí una  tarde  mientras trajinaba por la cocina y se le ocurrió prepararse un cafetito muy caliente, se lo bebió de golpe, y al primer sorbo se quedó mellada con tres agujeros negros en las encías inferiores. Cuando miró la cara de  profundo horror que puse al ver que se le había caído media dentadura, se puso tan nerviosa que no  anduvo con disimulos y me confesó muy compungida que los tres dientes le faltan desde los catorce años. Ya que en su tierra el agua es muy agresiva y  pulveriza el marfil como si fuera miga de pan.
Desde ese día, Rascafría me hizo jurarle por el Santo Cristo de su pueblo (yo, de santos y de cristos ando un poco escasa)  que el secreto de sus dientes no saldría de aquella cocina. Y como yo guardando secretos soy la mar de obediente, Rascafría  ha premiado mi silencio  con un SMS de amor que deja a Ez en el puritito fango. Porque creo que ya lo he dicho, pero otros de los secretos de Rascafría es: móvil que le pones al alcance de sus dedos, móvil que disecciona sin piedad. Ella lee con mucha curiosidad todo lo que sale en la pantalla de un teléfono. 
Y sí, con todo el dolor de mi corazón machacado por Cupido,  tengo que admitirlo: 

 "Ez me ha quemado la pata".  

Lo que más rabia me da es que me lo veía venir, qué tantas horas en el trabajo, tanta rueda de prensa, tantos estrenos no son buenos. Tengo un dilema, Ez otro. El mío es que no sé en qué momento voy a preguntarle a Ez,  que a quién quiere más, si a mí, o a la rubia con nariz de cerdito. Sí, otra vez la rubia del ascensor ha aparecido en nuestras vidas. Me temo que Edwardz es cobarde como una gallina de corral. Mucho Solondz, mucho Kim Ki Duck, Gus Van Sant y compañía,  pero a la hora de enfrentarse a sus emociones es Jerry Lewis, haciendo de profesor chiflado. Y  me  da miedo  que  Edwardz mienta, porque si miente, la silla electrica se va a quedar corta con los voltios que van a atacar el ambiente. Las mujeres quieren la verdad, bueno, a lo mejor algunas mujeres puede que no quieran la verdad, pero es que yo, Regina Bató vecina de un barrio de Madrid, necesito creer en alguien que no sea yo, la Dra. Puerto, y mi vecina  Luzdivina.

El problema es que Ez está desaparecido en el Festival de Cine de Gijón desde hace varios días, y su teléfono se lo ha debido de tragar algún besugo  del Cantábrico, porque por más llamadas que  hago a su iPhone 3, ni se estremece. Y mientras Ez no para de ver películas, yo no paro de pensar en las miles de cosas que le voy a decir  en cuanto lo vea.



<<Mira Ez,  no te enteras de nada; o tal vez no te quieres enterar. Qué listo, listísimo eres para ver como en el celuloide los demás engañan, dilapidan el compromiso, tergirversan todos los valores morales y los hacen a su imagen y semejanza, y luego vas tú y te meriendas la ética de la pareja de un mordisco. Estoy tan descolocadita que nada más llegar a casa he estampado contra el suelo dos cajas de sombras de ojos de Chanel, y no sabes la cantidad de baguettes que he tenido que vender para comprar esas dos cajitas negras. Ahora mismo, ni ganas tengo de llorar,  eso sí, he llamado a Puerto, mi doctora y le he puesto la cabeza como un bombo, es más, he superado con creces el bombo que lleva ella incorporado con una preciosa niña en formación de ser humano de seis meses. Pobre criatura, las cosas que ha tenido que escuchar esta noche por tu culpa. Sin nacer y ya enterándose de cuernos, rubias ansiosas y de una panadera idiota que no aprende nada de la vida.
¿Quién me mandaría a mí, ir al cine aquella tarde? y ¿Quién te mandaría a ti, pedirle el teléfono a los bomberos?
Edwardz no sé que decir, o sí:

“Huye con la rubia a Tierras de penumbra, o mejor dicho a Casablanca, y  lo que queda del día que se lo pase haciendo punto de cruz en el bar de Ricki; mientras Sam  toca al piano “As time goes by”. Y si el cartero llama dos veces, no abráis la puerta">> 


         -Tócala otra vez Sam...
         -Sí... señorita Regina.


And when two lovers woo
they still say: "I love you"
On that you can rely,
No matter what the future brings
As time goes  by





    



















1 comentario:

  1. Pongámosle música a esta entrega... el tema es el que tu ya has elegido ... pero que sea en la versión de Billie Holiday... así, es una mujer, como Regina, la pone la voz y el sentimiento...
    http://www.youtube.com/watch?v=vYoet7-qDHI

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